La visita guiada por los miembros de Zaracatur especialmente por Gaspar comienza en el camping de la playita en Arroyomolinos. Allí los doce componentes del grupo nos pertrechamos con los arneses y cascos necesarios para una visita segura. Partimos sobre las 4:30 de la tarde hacia la entrada de la cueva hace calor y estamos deseando estar ya a la sombra.
Vamos por la orilla de Arroyomolinos remontando el cauce hasta que llegamos al pequeño huerto más próximo a la cueva donde una manguera proveniente del nacimiento nos permite refrescarnos y tomar el ultimo trago hasta la salida.
El cauce ya sin agua va remontando la ladera donde esta la cueva y los restos de la avalancha de hace unos años hacen dificultosa la ascensión. Llegamos a la entrada, mas que una entrada es un orificio en el suelo del tamaño justo de una persona, nos miramos todos como diciendo a ver quien va a ser el primero. Gaspar toma la iniciativa introduce primero las piernas y nos va explicando que postura es la adecuada para poder pasar por la cavidad. Uno a uno vamos bajando todos, el pasillo que me encuentro es el que recordaba pues la nueva abertura esta practicamente sobre la original. Gaspar sube por el pasillo ascendente y monta una cuerda de seguridad, la integridad del grupo es lo más importante. Subimos, nos encontramos en una segunda trepa previa a la gatera hasta aquí no es difícil.
Tras la gatera se monta de nuevo un seguro, hay que ascender a la izquierda con cuidado pues frente a nosotros se abre una sala que desciende escarpada. Tras un pequeño pasillo de techo bajo y ya enganchados a la cuerda tenemos un pequeño descenso no muy complicado pero que con la oscuridad y las dimensiones del lugar intimidan un poco. En este punto Gaspar hace casi de barandilla para que nadie se despiste.
Andamos unos metros bordeando una pequeña sima y tras un pequeño paso llegamos a una gran sala. Aunque el suelo es bastante irregular nos relajamos un poco con más espacio del habitual para todos. Vemos estalactitas, estalacmitas, columnas...
Nos callamos y escuchamos el eco del agua. En un rincón de la sala hay una abertura descendente por donde se escucha claramente el rumor del agua.
Una vez más se monta un seguro, esta vez Gaspar tendrá que bajarnos pues tenemos que superar una pared de unos 3 m. muy resbaladiza y vertical que termina a los pies del arroyo subterráneo. Con mas trabajo que los demás pasos descendemos todos. El espacio aquí conforme vamos llegando se hace cada vez más reducido. El arroyo se esconde entre las piedras y para verlo debemos arrastrarnos por otro orificio y bajar un escalón más. El agua completamente transparente y cristalina nos sorprende por su pureza.
En este punto Gaspar trepa por una de las paredes dificultosas para poner otro seguro, subimos solo tres con más pena que gloria. En esta nueva repisa no hay sitio para más, hay otra grieta muy estrecha pero el tiempo se nos agota y decidimos volver con los demas y emprender la vuelta. La pared resbaladiza que antes bajamos ahora nos complica el retorno. Gaspar sube con un puño bloqueante por la cuerda que dejó e instala para los demas una escala. Esta es muy estrecha y subir por ella requiere cierta técnica. A algunos componentes del grupo les cuesta la misma vida pero consiguen subir y volvemos por nuestros pasos. Llevamos casi cuatro horas y la humedad se va notando aunque la sensación cuando te mueves es algo sofocante.
Uno a uno vamos saliendo por la estrecha abertura y vemos de nuevo el cielo de la tarde, son las 9:00 de la noche. Con la satisfacción de haber entrado despues de tanto tiempo y salido sin novedad comentamos las distintas sensaciones que hemos sentido. Felicitamos a Gaspar e iniciamos el descenso hacia el cauce del Arroyomolinos y la vuelta hacia los coches.
La gatera, hacia la izquierda, es de unos 10 m pero muy incómoda pues el suelo con muchos salientes te machaca las rodillas. Vamos pasando uno tras otro, por momentos el aire parece enrarecerse un poco pero por fin salimos.
Hans, un vecino de Zahara Alemán, aprovecha la ocasión para contarnos un chiste en español, no le dejamos terminar por que si no no salimos ese día.Tras la gatera se monta de nuevo un seguro, hay que ascender a la izquierda con cuidado pues frente a nosotros se abre una sala que desciende escarpada. Tras un pequeño pasillo de techo bajo y ya enganchados a la cuerda tenemos un pequeño descenso no muy complicado pero que con la oscuridad y las dimensiones del lugar intimidan un poco. En este punto Gaspar hace casi de barandilla para que nadie se despiste.
Andamos unos metros bordeando una pequeña sima y tras un pequeño paso llegamos a una gran sala. Aunque el suelo es bastante irregular nos relajamos un poco con más espacio del habitual para todos. Vemos estalactitas, estalacmitas, columnas...
Nos callamos y escuchamos el eco del agua. En un rincón de la sala hay una abertura descendente por donde se escucha claramente el rumor del agua.
Una vez más se monta un seguro, esta vez Gaspar tendrá que bajarnos pues tenemos que superar una pared de unos 3 m. muy resbaladiza y vertical que termina a los pies del arroyo subterráneo. Con mas trabajo que los demás pasos descendemos todos. El espacio aquí conforme vamos llegando se hace cada vez más reducido. El arroyo se esconde entre las piedras y para verlo debemos arrastrarnos por otro orificio y bajar un escalón más. El agua completamente transparente y cristalina nos sorprende por su pureza.
En este punto Gaspar trepa por una de las paredes dificultosas para poner otro seguro, subimos solo tres con más pena que gloria. En esta nueva repisa no hay sitio para más, hay otra grieta muy estrecha pero el tiempo se nos agota y decidimos volver con los demas y emprender la vuelta. La pared resbaladiza que antes bajamos ahora nos complica el retorno. Gaspar sube con un puño bloqueante por la cuerda que dejó e instala para los demas una escala. Esta es muy estrecha y subir por ella requiere cierta técnica. A algunos componentes del grupo les cuesta la misma vida pero consiguen subir y volvemos por nuestros pasos. Llevamos casi cuatro horas y la humedad se va notando aunque la sensación cuando te mueves es algo sofocante.
Uno a uno vamos saliendo por la estrecha abertura y vemos de nuevo el cielo de la tarde, son las 9:00 de la noche. Con la satisfacción de haber entrado despues de tanto tiempo y salido sin novedad comentamos las distintas sensaciones que hemos sentido. Felicitamos a Gaspar e iniciamos el descenso hacia el cauce del Arroyomolinos y la vuelta hacia los coches.
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